Necesitaba urgente distraerme, necesita en realidad salir de aquella rutina que me consumía, necesita salir de esas paredes húmedas, que ya conocía de memoria y que me preocupaba poco y nada si cambiaban. Tomando mi libreta y una pluma, salí de mi habitación, en pijama puesto era bastante tarde, y el frío no dudaba en darme contra mi cuerpo. Mas, sin importarme mucho caminé por las pasillos, recorriendo todo el hospital, partiendo por el ala este, tratando de hacer el menor ruido posible, para no despertar a ningún paciente, mucho menos a algún doctor o enfermero. Seguí caminando hasta llegar al ala norte, donde aproveché para servirme una taza de leche, la que no me tomé, sino que llevé conmigo, sintiendo el calor de ésta en mi mano. Luego el recorrido por mi bien amada, y ya favorita ala sur, era el lugar mas limpio del hospital, sobre todo la sala de autopsia, pero no había con quien jugar, por lo que tampoco permanecí mucho tiempo ahí. Por último me faltaba recorrer aquel lugar, ese sitio donde estaban esos fantasmas, los que muchas veces me habían golpeado, y con los que también había jugado. Tomando valor de alguna parte, emprendí mi camino hacia el lugar, evitando pasar por la sala de castigo, quizás mi lugar mas doloroso de recordar, pero al llegar al final del pasillo, había una puerta, llena de cadenas y candados, impidiendo la entrada. Pero mi curiosidad era demasiado grande como para conformarme con jugar en la morgue, por lo que me dirigí a la misma, y sacando varios instrumentos cortantes, regresé ante aquella puerta, dejando mis cosas en el piso, cuidando la leche, comencé a romper cadenas, cosa que no me costó mucho, puesto las cadenas eran viejas, aunque no pude evitar meter bastante ruido, cosa que rogué, no despertara a nadie.
Y unos minutos después las cadenas estaba todas en el piso, y solo quedaba romper el candado de la cerradura, aunque no fue tan difícil como creí, solo fue cosa de usar una de esas cierras que usan los médicos. Sonreí satisfecho y tomé mis cosas, viendo que había echo varios rasguños en mis dedos y manos, por lo que luego debería ir a buscar algunas banditas. Aunque no le di mayor importancia. Entrando a la oscura sala, comencé a tantear las paredes, caminando con lentitud para no caer, al final mis dedos se encontraron con el interruptor, el que encendí, pero al momento de hacerlo, el fuerte sonido de la puerta me asusto. SE había cerrado.
Ni siquiera me fijé en que cosas había dentro, solo caminé a la puerta, y la traté de abrir, pero estaba cerrada por fuera. Mordí mi labio, asustado, miré alguna cosa con la que pudiera abrir la puerta, solo tenía un bisturí, unas tijeras y mi libreta, ademas de la leche. Eso no estaba bien...
Me giré luego de un rato, para ver que había en el lugar, pero creo no debí hacerlo, de las paredes colgaban cadenas, y lo peor de todo no era eso, sino que de las mismas cadenas habían colgados cuerpos, mutilados, que quizás llevaban muertos hace años. Cubrí mi ojos con mis manos, no deseaba verlo, pero en el acto dejé caer mis cosas, y el sonido cruel de la taza quebrarse me asustó mas que la escena...
Mirando con miedo, me di cuenta que aquello... quizás no podría salir nunca de ahí... y ni Yo-ka estaba conmigo... ni mi voz... solo yo...