Innocent trap [YA NO ES LIBRE >.<]

Exploraba todo el lugar, buscando algo divertido con que jugar, por lo que caminé sin rumbo fijo, hasta que mi curiosidad y mi nariz me llevaron a un cuarto muy oscuro y extraño, con un terrible y atractivo aroma a putrefacción y humedad, los cuales me invitaban a entrar y echar un vistazo, cosa que hice gustoso, recorriendo cada parte del lugar, mientras comia un dulce y jugaba con él dentro de mi boca, habia infinidad de aparatos y juguetes divertidos, que daban muchas ideas para pasar el rato, y lo mejor de todo era que me hallaba solo y aislado de todo aquel que pudiera ir a molestar e impedirme jugar como lo habían echo en mi anterior hogar, sin embargo después de un rato, me aburrí y pensé que para un buen juego necesitaría compañeros, por lo que salí de nuevo, llevándome conmigo una trampa para osos que hallé ahi, la deje en medio de un agujero que estaba en medio de uno de los pasillos, escondida bajo un montón de escombros, los cuales no era extraño hallar en cualquier sitio, por lo que a pesar de ser extremadamente obvia su ubicación en cualquier otro sitio, en ese hospital su camuflaje era perfecto, por lo que me senté esperando tras una roída cortina que callese mi victima, para asi ir a jugar.

Se había vestido completamente de blanco. Había amanecido extrañamente feliz, aunque no comprendía esa alegría que sentía. No se dirigía a ningún lado, simplemente quería caminar por los lugares. Además, el hecho de no encontrarse con ninguna persona extraña, le parecía esplendido.
Estaba alegre y risueño, esa era lo que destacaba en una de las dos personalidades que poseía. Si ni siquiera estaba alerta por nada, sabiendo que aquel lugar era peligroso.

Al pasar junto a unos escombros, se detuvo—Esto es un basurero—murmuró, teniendo la idea de quitar todo ello de ahí e ir a botarlo a algún lugar donde no molestara. De esa forma comenzó a tomar toda esa basura ahí, sin siquiera percatarse de que oculto en algún lugar de ahí, alguien le observaba. Tampoco se percató del peligroso objeto que yacía oculto bajo todo aquello, hasta que la activó, aprisionando, además de herir, uno de sus brazos.
De sus labios en ese momento rosados, se escapó un gemido a causa del dolor, mientras de a poco el pelirrojo veía la manga de su brazo mancharse con ese color carmesí, similar a su cabello—Duele...—susurró en un sollozo, tratando de liberarse, sin lograrlo—Me duele mucho...—se decía, casi como intentando suplicarle a la trampa que le soltara.

Caminaba por el extenso lugar, cabeceando y jugando con la falda de su vestido, cada paso qué daba, hacía eco por el enorme pasillo.
Se detuvo al escuchar algunos ruidos, preguntándose qué podría ser. Eran pequeños sollozos algo nulos, mientras más caminaba hacía el frente, más claros se hacían.
A lo lejos pudo notar al chico pelirrojo, caminó hacía él, y miró cuidadosamente la trampa para osos, sin hacer expresión alguna, parecía despreocupada.
-¿Qué te ocurrió?...-Preguntó, tratando de ayudarle-No te muevas... o será aún más difícil liberarte...-Decía en susurros lo suficientemente audibles para él.

Estaba oculto tras la cortina esperando pacientemente, hasta que escuche unos pasos, y me asome por un agujero que habia a través de la cortina, hasta ver un chico de rojos cabellos que se acercaba distraido a mi inocente trampa, cayendo en la misma, por lo que una amplia sonrisa se dibujo en mi rostro al ver su expresión de dolor y aquel rojo liquido que bañaba su brazo y su cuerpo, el cual brillaba casi tanto como su cabello, me disponia a ir por mi juguete, una voz un tanto más chillona se apareció por el lugar, dirigiendose directo a mi presa, por lo que chasqueé mi lengua, e y me molesté ya que no debía meterse ahi, sin embargo una torcida sonrisa se dibujo en mi rostro, ya que tambien podría divertirme con ella, o al menos eso esperaba, por lo que tomé un trozo de la roida cortina que estaba tirada a mis pies, me acerqué por la espalda a ella lentamente cubriendo su rostro con esta, al tiempo que la tomaba del cuello para arrastrarla dentro de la habitación, arrojandola con fuerza contra la pared -Tu no deberias estar aqui y ahora jugaras conmigo- le reproché y puse mis manos alrededor de su cuello asfixiandola, peor con la intención de solamente desmayarla, y asi recostarla en la camilla que habia en aquella habitación, obviamente aprisionando sus manos y sus pies con los grilletes.
Despues salí tranquilamente por el otro chico de rojos cabellos, tomando uno de sus pies para arrastrarlo dentro de la habitación mientras le contaba emocionado -ahora tu jugaras conmigo, aunque no estaras solo, no se si te agrade la compañia pero te divertiras- escuchaba la cadena de la trampa arrastrarse por el piso, ya que aún colgaba de su brazo, cuando llegamos dentro, cerré la puerta para que no escaparan y luego piqué su brazo mientras le preguntaba -te duele?- lleve la sangre que habia quedado embarrada en este a mi boca -sabes bien- sonreí y pegué mi mejilla a la suya, dirigiendo nuestros rostros hacia la camilla -te lo quitaré para que podamos jugar, pero primero debe despertar ella- reí un poco y enganché la cadena de la trampa a una pared para que no se moviera mucho, mientras esperabamos.

Cuando la vio llegar, obviamente la angustia en su rostro, además del dolor, eran expresiones que no podía quitar de su rostro. Estaba asustado, y era de aquellas personas que le temían a todos—Me pasó... me pasó por descuidado—habló entre sollozos, mientras algunas cuantas lágrimas escapaban de sus orbes—Es-Estaré quieto—aseguró él, esperando con impaciencia ser liberado por aquella trampa que le hacía doler mucho su brazo.

Pensó que quien había aparecido ahora también le brindaría ayuda, cosa que no fue tal. La vio llevarse a la chica, mientras el pelirrojo volvía a quedar solo. Entre sollozos intentó soltarse, pero le era difícil de su parte. No lo lograría sin ayuda.
Vio llegar al pelinegro, y con cierta inocencia, se atrevió a preguntar—¿me ayudarás? ¿Do-Dónde esta ella?—fue en ese instante en donde el otro le tomó del íe y lo arrastró hacia una habitación que no recordaba haber visitado.
Cuando tocó su herida, no pudo evitar que de sus labios escapara un gemido bajo de dolor—Du-Duele mucho—dijo en un susurro, sin dejar de sollozar, mientras traviesas lágrimas recorrían sus mejilla—Quitalo ahora, por favor—le rogó, mientras veía de soslayo a la otra chica que yacía inconscientemente—Que duele mucho, por favor—suplicó.

El chico sollozaba incesantemente mientras nuestra femenina acompañante seguía tendida en la camilla, al parecer no planeaba despertar cosa que me molesto aún más, pues además de entrometida era perezosa, por lo que suspiré pesadamente -esta bien, como no despierta jugaremos así con ella- sonreí y besé la mejilla del chico antes de acercarme a su brazo y la trampa para empezar a girar el tornillo que hacía que esta se abriera con facilidad, aunque no lo hice del todo pues en cuanto esuvo lo suficientemente separada, jalé la cadena, dejando trozos de tela y piel entre los pequeños "dientes" de la misma. -Listo, ahora...- me levanté y recorrí toda la habitación buscando artefactos útiles, afortunadamente para mi, había un carrito con una charola llena de pinzas, desarmadores, tijeras, entre otras cosas de formas extrañas pero divertidas a final de cuentas -ven, juguemos- tomé al chico por su mano sana y lo hice ponerse de pie hasta quedar frente a la camilla, donde tomé sus mejillas apretando estas mientras giraba su rostro -Es linda pero se parece a ella, tendremos que cambiar su apariencia- Seguido de hablar sonreí con un sombrio gesto en mi rostro y comence por tomar sus parpados tanto superiores como inferiores y asegurar estos a su rostros con pequeños segurillos, dejando así completamente expuestos sus globos oculares, los cuales empecé a extraer con unas pinzas para terminar por sacarlos con mis dedos, los lancé al suelo como si de unas pelotas se tratasen, pero al ver que estos no rebotaban chasquee la lengua y los pisé, después regresé al rostro de la chica y abrí su boca para cortar su lengua y arrancar sus dientes uno a uno, lanzándolos tras nosotros, escuchando solo como impactaban con algún lugar de la habitación, para después tomar hilo y aguja y empezar a coser sus labios y parpados, cerrando estos de nuevo, tratando de dibujarle una sonrisa en los labios, sin embargo al ver que el chico no hacía gran cosa, tomé las tijeras y corté la blusa de la chica, dejando su pecho expuesto -Es tu turno de arreglarla- lo miré fijamente con una maniatica sonrisa y mi rostro y ropas cubiertas de sangre, luego lamí uno de los instrumentos que había usado, antes de hablar de nuevo -pero si no lo haces, tomaras su lugar- el brazo que tenía herido lo presioné, enterrando mis uñas en su carne mientras susurraba a su oído y mordisqueaba el cartilago de su oreja.